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Me estoy marchando,
soy la noche,
en el borde, tu sueño.
La piel,
una sospecha sin términos.
Inclino mi cabeza,
una audacia.
Aduzco mi defensa
mas allá de la sombra.
La verdad, un instante
en tus labios.
Alardeo húmeda,
en las pestañas lentas.
Besaré lo posible
hasta teñirte de rubor.
Vacila
conmuévete.
Tus rectas,
insobornables bellezas.
Recojo mi cabello.
He sabido la forma de tus labios
la manera ligera de tus manos.
No en vano presumo un brillo
en mi pluma.
Siento tu lengua de heno.
Mis palabras buscan tu corazón vacío
tus dedos de humo.
Olvida el sueño
arrastro tu equilibrio
a la afilada entraña
de la húmeda tierra.
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María T.